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domingo, 11 de marzo de 2018

La democracia socialista en ejercicio

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Los cubanos acuden este domingo 11 de marzo a las urnas para elegir a los miembros de las Asambleas Provinciales del Poder Popular y a los diputados a la Asamblea Nacional de Cuba.

De este ejercicio democrático surgirá el nuevo parlamento cubano y su órgano superior, el nuevo Consejo de Estado, que a su vez, a elegirá al nuevo presidente de la República de Cuba, sucesor del General Raúl Castro Ruz quien ha estado al frente del gobierno de la nación desde 2008.

Inicialmente Raúl ocupó el cargo por sustitución reglamentaria al enfermar el Presidente Fidel Castro Ruz y corresponderle a él reemplazarlo en función de sus deberes de Primer Vicepresidente. Durante los dos períodos presidenciales consecutivos que siguieron, fue electo por voluntad de la ciudadanía expresada en las urnas, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Pero en esta ocasión Raúl ha anunciado su decisión de no presentarse a una nueva reelección.

Raúl Castro ha sido, desde el inicio de la lucha insurreccional contra la tiranía de Batista, la segunda figura en la dirigencia de la revolución. Su actuación al frente del gobierno le ha granjeado un incremento en el prestigio que ya tenía por su desempeño al frente de la defensa del país.

Nadie cuestiona su autoridad y la enorme popularidad en el seno del pueblo que lo capacitarían para continuar en el cargo presidencial en un nuevo período, pero el propio Raúl Castro ha propugnado la necesidad de trabajar por la renovación de los dirigentes de la revolución y el gobierno, lo que a los ojos del pueblo ha convertido el acatamiento de su decisión de no continuar en el cargo en el pago de una deuda de gratitud a su Presidente.

Cuba vive desde hace más de seis décadas en permanente guerra de resistencia con la superpotencia norteamericana en la que se ha forjado una extraordinaria confianza de la población de la isla en sus dirigentes históricos.

Ni Raúl ni alguna otra figura de gran ascendiente revolucionario en la población ha señalado su preferencia por algún individuo para el más alto cargo estatal, acatando principios que la dirigencia histórica de la revolución ha defendido y practicado de preferir la renovación progresiva de dirigentes y cuadros desde las raíces.

El diseño del sistema electoral cubano partió de los aportes de juristas constitucionalistas y otros especialistas comprometidos con la independencia y el respeto a la voluntad de los cubanos. No es copia de otros sistemas, aunque está basado en los resultados del análisis de textos elaborados por los independentistas fundadores de la nación cubana y el estudio por expertos cubanos de sistemas electorales de muchos países de América Latina y otras naciones del mundo. Todo ello, sistemáticamente enriquecido por la práctica de una población con nivel educativo y cultural incomparablemente superior al que tenía antes del triunfo revolucionario de 1959.

En Cuba existe, por mandato constitucional un único partido que sin embargo no es un partido electoral ni participa para nada en los procesos comiciales sino que actúa como autoridad aglutinante de todo el pueblo en función de defender la independencia de la nación e impedir su absorción por la superpotencia imperialista vecina, un peligro latente desde que Cuba dejó de ser colonia española tras cruentas guerras libertadoras desde 1868 hasta el inicio de siglo XIX, a base de mucho heroísmo y grandes sacrificios.

En la Isla hoy está prohibida la propaganda electoral. Los vecinos de las comunidades eligen de entre ellos mismos a sus delegados que integran las asambleas municipales, ejercicio que constituye la base esencial de la democracia total del sistema.

En las asambleas municipales constituidas por delegados de la base se eligen los candidatos a ser miembros de las asambleas provinciales y diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Esta última elige al Consejo de Estado, integrado por una veintena de miembros, y éstos a su presidente, el Jefe del Estado, quien es también presidente del Gobierno.

Todos los electos, desde los delegados de base hasta el Presidente de la República, están obligados a rendir cuenta de su ejecutoria varias veces en el año a quienes los eligieron.

La inspiración inicial ha sido la democracia asamblearia griega, pero a diferencia de ésta, en la que los esclavos estaban excluidos, los electores son hombres y mujeres; blancos, negros y mestizos; civiles y militares: toda la gama de la sociedad cubana, sin otras limitaciones que aquellas que restringen los derechos de quienes cumplen alguna sanción jurídica que así lo determina, impuesta por las autoridades judiciales correspondientes.

El sistema es aún perfectible.  Pero sus estatutos exigen que toda modificación deba siempre encaminarse al acercamiento de la dirección política del país a la población, teniendo en cuenta el hecho esencial de que el poder hegemónico en Cuba esté siempre y únicamente en manos del pueblo cubano.

Marzo 8 de 2018

Manuel E. Yepe
Publicado originalmente en el diario POR ESTO! de Mérida, México.


https://www.alainet.org/es/articulo/191503  

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