Las crecientes amenazas
de intervención extranjera en Venezuela y las continuas incitaciones
desde el exterior a la violencia en esa nación constituyen hoy un grave
peligro para la distensión en Nuestra América, proclamada Zona de Paz en
la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), celebrada en La Habana, Cuba, en 2014.
Informaciones
difundidas en las últimas horas refirieron que la escalada agresiva
contra la Revolución bolivariana prosiguió subiendo de tono con el
inicio este 6 de junio de maniobras militares de Estados Unidos y otros
18 países frente a las costas venezolanas.
Según los reportes de
prensa, el Comando Sur norteamericano, con sede en Miami, Florida,
lidera esos ejercicios castrenses que son considerados por analistas
políticos una nueva intimidación al gobierno chavista que encabeza el
electo democráticamente presidente Nicolás Maduro.
En las
citadas maniobras, denominadas Tradewinds 2017, participan varias
naciones caribeñas, además de Canadá, Francia, México y Reino Unido, y
acorde con el Pentágono “garantizarán una mejor respuesta a los
desastres naturales y las amenazas terrestres y marítimas, incluido el
tráfico ilícito en la región crítica”.
Pero que nadie se llame a
engaños, porque los aparentes bien intencionados ejercicios del Comando
Sur ocurren en momentos en que la oposición violenta venezolana pide a
gritos una intervención militar de Washington en su país, mientras
insiste en su actuar terrorista pese a los reiterados llamados al
dialogo del ejecutivo de Maduro.
Es bien conocido que la
Revolución bolivariana es blanco de una guerra sin cuartel, que
protagoniza Estados Unidos con el apoyo de regímenes títeres de este
hemisferio y la Organización de Estados Americanos (OEA), esta última
“experta” en agresiones extranjeras en la región.
Washington
persiste en su idea de derrocar el chavismo de cualquier manera y, por
supuesto, apoderarse nuevamente del petróleo venezolano, para lo que
busca materializar una intervención multilateral en esa nación
sudamericana, según denuncias reiteradas.
Una eventual agresión
castrense a Venezuela implicaría convertir a la Patria Grande en otra
área de guerra en el mundo, en franca violación de la Proclama de Zona
de Paz suscrita en la II Cumbre de la CELAC efectuada en La Habana,
Cuba, por los 33 países que integran esa organización de concertación
política.
Ante el incumplimiento de ese compromiso por varios
gobiernos de la región, los movimientos sociales, las fuerzas de
izquierda y los pueblos latinoamericanos y caribeños deben permanecer en
Alerta Roja frente al peligro de beligerancia que se cierne desde el
Río Bravo hasta la Patagonia.
Un escenario propicio para
levantar las banderas de paz, de unidad, y de solidaridad con Venezuela
en la Patria Grande lo será sin duda alguna el XXIII Encuentro del Foro
de Sao Paulo, que tendrá como sede Managua, Nicaragua, a partir del 15
de julio venidero.
En esa próxima cita de las organizaciones
progresistas deberá adoptarse el “Consenso de Nuestra América”, un
documento vital para el futuro de la región.
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